lunes, 24 de marzo de 2008

Mundos Parelelos (corazones congelados)


Amanecimos este lunes y una copiosa nevada cubría con su espeso manto todo el paisaje pirenaico, hasta donde llegaba mi vista. Idílico despertar que me complace y me desgarra a la vez. El desayuno precedió a la pertinente guerra de bolas de nieve, retrocediendo unos cuantos años en nuestro calendario vital y sintiendo algo parecido a lo que se siente cuando cualquier época pasada fue mejor.
Después de este obligado impás llega el momento de partir. Una vez más (y no sé cuantas deben ser ya) quedan atrás risas cómplices, noches de platica imposible, placenteros elíxires varios en nuestros paladares, fotogramas polaroid que permanecerán imperecederos en nuestras retinas, silencios no agobiantes y muchas más risas cómplices.
Ya en el coche me entrego a una tristeza permitida. En el reproductor suena Status Quo y mi cabeza se aleja divagante de la realidad. El pensamiento irrefutable de cómo estamos cambiando lenta pero irremisiblemente. Cambiamos trasnochar por madrugar y whiskie barato por Knocando. Épocas pasadas vividas con ansiedad quedan atrás, y aunque se que, con total seguridad, lo mejor de la vida está por venir, me he quedado ahí, aplatanado, pensando en ti, o quizás en la idealización de tu persona. Sentí de nuevo el látigo nostálgico y me gustó. Ahora tengo miedo de navegar de nuevo en tus mares de incomprensión, acabar náufrago de los recuerdos improductivos. Someterme al dolor que tu yo idealizado me produce.
Eres ese maldito círculo vicioso tan adictivo al cual amo y odio por partes iguales. No quiero más dosis en vena pero he vuelto de nuevo al barrio, buscando veneno en tus calles, en tus angostos y obscenos pasajes, en la esquina favorita donde me encontraste por primera vez. Esperando que aparezcas demonio y me vendas clandestinamente un trocito de cielo. Un cielo virtual en un mundo paralelo donde se sueña más que se duerme, donde los corazones se quiebran con una mirada o un gesto. Al mínimo vaivén.

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