martes, 1 de enero de 2008

Año nuevo, viejos propositos.

Comienza un nuevo año, y como siempre, vuelven a mi cabeza los viejos propósitos sin cumplir. No me refiero, por supuesto, a apuntarme a un gimnasio ni a ponerme a dieta. Ni tan siquiera a viajar más frecuentemente para conocer ancestrales culturas o a intentar evitar enervarme tan fácilmente en el trabajo

Son viejos anhelos más vitales que hacen que ponga en duda mi cordura de tanto en tanto. Y tampoco me refiero a revisar dudas existenciales del tipo “Quienes somos, de dónde venimos, adonde vamos...” (Estas cosas la reservo para los días de descontrolada “disbauxa” con vosotros), sino que tiene más que ver con el deseo de pegarle bocaditos a aquello que denominamos, quizás incorrecta o arbitrariamente, felicidad. La búsqueda de la felicidad siempre ha sido para el hombre como la zanahoria para el burro, algo inalcanzable, perpetuo y efímero, por eso me conformo con que me corresponda algún bocadito muy de vez en cuando, sin llegar a engullirla del todo, eso se lo dejo a los optimistas de pro. Porque como dijo aquel ebrio cazador de canciones ignoradas, “Al precio que va la carne me conformo con un beso”. Quizás se trate de un verso poco sutil parido en una grasienta barra de un tugurio del barrio de Lavapiés . Quizás incluso se puede tildar la frase de algo grosera y calañesca, pero, desde luego, en este 2008 y al precio que va la carne, yo también me conformo con un beso. Dejemos los formalismos petulantes para otro momento.

Es por eso que no persigo la felicidad como sueño, sino como motor de mi existencia. Sentirse vivo no es estar literalmente enamorado de la vida, eso es utópicamente idealista (nótese la redundancia), pero si que es necesario nutrirse de ella de vez en cuando para regenerar la ilusión, y también, y esto es más importante, saber valorar eso mendrugos de amor. No persigo por lo tanto vivir enamorado, pero si apreciar y saborear momentos de auténtico amor, en todos los sentidos, en todas las facetas, siempre que la oportunidad así lo requiera y sin interponer oposición ni miramiento pueril. Esta será mi empresa para el 2008, valorar cada minuto especial que me brinde la providencia.

En fin, como me estoy alargando demasiado y no es menester importunar más de lo estrictamente necesario en este día de resaca, sintetizaré conceptualmente la retahíla de llamémosle buenos propósitos que corretean desordenados por mi mente al día de hoy: autoestima, confianza, sociabilidad, solidaridad, receptividad, cariño, amistad, alegría, seguridad e iniciativa.

Por último me gustaría agradecer a los presentes y a los ausentes la oportunidad que habéis brindado a este bufón de la corte (ex actor porno italiano venido a menos) de conoceros, colándome, sin llamar previamente a la puerta, en el seno de este selecto grupo de cornellenses natales y de adopción. Se agradece de corazón, y espero que en este año 2008 estrechemos más nuestros imaginarios lazos (ramón, cari, esto va por ti). En serio, muchas gracias por acogerme así, no todo el mundo hace estas cosas...(lagrimita)

Espero que tengáis un año lleno de buenas nuevas y que llevéis a cabo vuestros deseos y propósitos soñados
Feliz 2008
Quique

PD Un último propósito que compartir con vosotros: Ser menos pedante en mi escritura!!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El Quique, El Quique, El Quique es cojonudo, como el Quique no hay ninguno!!!

Anónimo dijo...

Eres grande Kike, te keremos!!

Anónimo dijo...

Gracias Quique, para mi leer un escrito tuyo es como darle un bocadito a esa zanahoria.