lunes, 31 de agosto de 2009

Eclipse de Sol (2ª parte): SOLUNA



No, estaba claro que aquello no podía continuar. La personificación de los astros era un recurso demasiado raído, trillado y relamido. Si le enviaba esa carta a Sol no lograría explicar sus sentimientos, y ella la acusaría de irle con el cuento infantiloide, cosa que a Luna le reventaba un montón.
Pero ¿quién podría negar que no podía ser casualidad que ella, Luna, y Sol se hubieran enamorado? Si es que el nombre hace la cosa: ella era taciturna; en cambio Sol no resplandecía, porque Sol se llamaba Soledad en su DNI. Y eso era lo que le tocaba, su destino, o lo que elegía. Y por eso, lo que había habido entre ellas había sido como una tarde de verano, en que el sol desciende, con luz cansada y la luna se empieza a ver translúcida en el otro horizonte. Las dos apagadas, con un poco de claridad tamizada, sin brillar.
Ahora que Sol se alejaba de mí, recuperaba su esplendor, volvía a irradiar, rodeada de gente pero sola. Así que yo me conformaré mirándola de lejos mientras se me ilumina la cara.


(¿continuará?)

4 comentarios:

Naúfragos dijo...

Im-pre-sio-nan-te!!

Laura dijo...

Ahora me he dado cuenta que este texto era de Irene....Dónde estabas tú poetisa escondida????brutal!

irene dijo...

No había visto tu comentario, Laura. Gracias por lo de poetisa, pero hasta que Quique no dejó abierto su relato para que alguien lo continuara, no vi ocasión de publicar nada propio. Esto de escrbir a 4 manos tiene lo suyo. Podrías escrbir tu la 3a parte...

Laura dijo...

buf...pues no te creas..un día de éstos...necesitaría muuuucha inspiración....si vienen la smusas te avisoo! ;) un besoo